¿Por qué usar acondicionador?

Si uno se pregunta esto, seguramente con tanta información por doquier, la respuesta puede tornarse confusa, siendo que como veremos, no lo es. Si bien, este artículo no trata de ser una apología del acondicionador, busca aclara algunas cuestiones respecto al uso del mismo que muchos podemos tener. Los beneficios del acondicionador van más allá de aligerar el peso de nuestros bolsillos, tienen que ver incluso con nuestra higiene.

Actualmente, hay abundantes mitos alrededor del acondicionador, mitos del tipo que podrían considerarse “malos”. Dentro de estos que rodean a la también conocida como crema de enjuague, hay uno que seguramente muchos hemos escuchado, el que nos insinúa que el acondicionador es el culpable de que se nos tiré mucho cabello. Esto, es una percepción quizá muy común, pero también muy mal fundada. Realmente, esto de que facilita la caída de cabello, es una idea que no se ha comprobado. Lo que realmente ocurre es que el acondicionador al desenredar nuestros nudos, facilita que el cabello muerto que se encontraba en estos, se libere. Siendo que si viviéramos con estos nudos, peinarnos nos resultaría bastante complicado.

Desde la invención del acondicionador, no es una casualidad que se haya vuelto parte de los productos de uso diario de las personas. ¿Por qué? Bueno, la respuesta es bastante sencilla si lo analizamos un poco. La crema de enjuague, facilita el peinado, evita la resequedad acondicionando nuestro cabello, proporciona brillo, y evita la estática en nuestros cabellos. Estos beneficios, son bien aprovechados por quien utiliza acondicionador diariamente. No es cuestión de obsesivos perfeccionistas de la imagen. Aquellos que procuran cuidar su salud, lo hacen, en muchos casos especialmente con su cabellera; comprenden la importancia de un cabello sano. Para un completo lavado de cabello, el acondicionador es sumo necesario. Se compara, no por nada, a la crema corporal, siendo esta para el cuerpo y la crema de enjuague la que nuestro cabello requiere. Así es pues que tanto por estética o higiene, el acondicionador se vuelve de un cosmético a un producto indispensable.

¿Cuál es la función principal de los acondicionadores? Si bien las funciones que hemos mencionado, dar brillo, reducir el frizz y facilitar el peinado, son importantes, no son las principales. La razón funcional por la que se comenzó a utilizar este producto está relacionada con el descubrimiento de los efectos detergentes que tiene cualquier shampoo en la cutícula del cabello. Al limpiarlo excesivamente bien, el cabello queda casi sin sebo natural, provocando que se vea opaco y que se sienta áspero. La función principal del acondicionador radica en compensar la pérdida de sebo natural, reemplazándolo y ayudando a que el cabello tenga mayor equilibrio en ese rubro. Esta función es la que permite a estos productos acondicionar y reacondicionar efectivamente aquellos cabellos secos o maltratados por procesos químicos o mecánicos excesivos. Con esto, y sabiendo que el cabello es en su mayoría tejido muerto (no puede “nutrirse” externamente), lo más sensato es decir que sí se dan realmente los efectos mencionados con el acondicionador, pero de manera temporal, hasta el siguiente lavado con el shampoo.

Para comprender los efectos del acondicionador, es necesario adentrarnos a su nivel químico molecular. Cuando uno lava su cabello con agua y shampoo, por algunas de las sustancias de este último, tales como las sales, se puede remover la queratina (proteína que fortalece e hidrata el cabello), así como acetites que nutren cada uno de nuestros cabellos. Estas se desprenden y se van junto con la suciedad acumulada en el agua y espuma que nos retiramos al lavarlo. Una vez que se remueven estos aceites, el resultado es que se deja a nuestro cabello cargado negativamente (facilitando la estática), es aquí donde el acondicionador interviene con agentes tensioactivos catiónicos que equilibran las cargas negativas dejadas por el shampoo. El objetivo principal de estos agentes es reestablecer el estado normal de la cutícula, alterada por la influencia anterior de algunos productos. Los acondicionadores son entonces sustancias que satisfacen la electronegatividad del cabello, dado que tienen una parte acuosa y otra de aceites, y que por su gran afinidad con la queratina lo dotan de propiedades físicas favorables como son el brillo, la manejabilidad y la sedosidad. El conjunto de estas propiedades, unido a la facilidad para peinar el cabello tanto seco como mojado es lo que vuelve eficaces a los acondicionadores, sin embargo surge la duda de cómo puedo medir todas esas propiedades, más allá de la experiencia propia del día a día.

No podemos medir las cualidades de belleza o las cantidades de utilidad para responder a la pregunta, lo que se puede hacer es medir los efectos de los acondicionadores mediante pruebas de sensibilidad primarias o secundarias en la cabeza (hemilaterales) o a las medidas de brillo, de electricidad por frotación, de la resistencia a la rotura y de la elasticidad. El brillo por ejemplo, es el resultado del reflejo de la luz sobre los cabellos; mientras más lisa sea su superficie mayor luz reflejará. En el proceso también interviene la estructura de capilar de cada persona, ya que es más propenso al brillo el cabello que tenga diámetro amplio y que tenga forma elíptica. Lo que hacen los acondicionadores es aumentar el brillo al alisar el tallo capilar, volviéndolo al mismo tiempo más manejable mediante la adhesión de la cutícula al cabello. Gracias a este tipo de explicaciones se ha podido confirmar y delimitar las propiedades que hacen de los acondicionadores un factor importante para nuestra higiene y salud.

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