La proteína fibrosa más abundante en el cuerpo humano es llamada colágeno. Su presencia es de gran importancia para el funcionamiento adecuado no sólo de la piel, sino de los capilares y de todo el organismo, ya que permite la conexión entre los tejidos internos. Lo encontramos en buena parte del cuero cabelludo, de los músculos, de los cartílagos, de los huesos y en casi todos los componentes internos, ayudando a que puedan cumplir sus respectivas funciones y permitiendo, al mismo tiempo, la protección ante las fuerzas externas.
El colágeno es un material extracelular (que se produce entre las capas celulares) relativamente insoluble al agua. Se encuentra más concentrado en los tejidos que soportan el peso del organismo y en los que transmiten fuerza, pero también se encuentra en cantidades altas en la dermis y en el cuero cabelludo (membrana que envuelve el cráneo) permitiendo la resistencia a la tracción. En el hígado, en los pulmones, y en todas las vísceras se haya en forma de fibrillas que permiten el sostenimiento de sus estructuras. No es exagerado decir que estamos hechos de células y colágeno.
En general, está proteína se forma ordenadamente en la materia (en los tendones, por ejemplo, su estructura tiene una forma estrictamente paralela). En la dermis, incluido el cuero cabelludo, su estructura presenta un entrecruzamiento apretado en todo el espacio, dando la conocida impresión de ser un tejido homogéneo. Si uno se desenrollara la piel, ésta cubriría aproximadamente un área de dos metros cuadrados. Esta idea nos da una sorprendente visión acerca de la cantidad de colágeno que tenemos en el cuerpo.
Sin el cuero cabelludo como barrera, por ejemplo, y sin el colágeno como fortalecedor de la dermis y epidermis, nuestros órganos, como el cerebro, no sobrevivirían por mucho tiempo al hostil mundo exterior de las bacterias y de los agentes nocivos. El colágeno no ayuda solamente a la piel en su función vital de proteger; también permite y tiene injerencia en el proceso de la circulación sanguínea de todo órgano. Sus fibrillas permiten la micro y la macro circulación en cada tipo de órgano, satisfaciendo las necesidades especiales de los mismos. La circulación de la sangre, a su vez, es de vital importancia en el proceso de regeneración de los folículos pilosos, sobre todo en la fase Anágena (explicaremos todas las fases del crecimiento de cabello más adelante).
Cada arteria nutriente que llega al cuero cabelludo se ramifica de seis a ocho veces, antes de que se constituyan en conductos lo suficientemente delgados para llamarse arteriolas. Estas arteriolas también se ramifican y pueden dilatarse al momento de estar enviando la sangre a los capilares. Las arteriolas son ricas en colágeno y su diámetro puede multiplicarse. Es en este punto que los shampoos y productos hidrolizados con colágeno pretenden combatir la caída del cabello y estimular el crecimiento. En realidad lo que harían sería fortalecer la estructura por donde circula la sangre.
La sangre entra en los capilares a través de las arteriolas, y sale por las vénulas (vasos sanguíneos), los cuales están compuestos en parte por fibrillas de colágeno. La sangre penetra en una serie de metarteriolas (arteriolas terminales) cuya estructura se halla a mitad de camino entre las arteriolas y los capilares. Al salir de las metarteriolas la sangre llega a los capilares, los cuales pueden ser voluminosos (vías preferenciales) o pequeños (capilares verdaderos). Después de atravesar los capilares, la sangre llega a la vénula y vuelve a la circulación general. Las metarteriolas no tienen una capa colágena muscular continua, sino que hay fibras colágenas de musculo liso que encierran al vaso en puntos intermedios. En el punto donde los capilares pequeños (verdaderos) nacen de las metarteriolas, una fibra muscular colágena, suele rodear el capilar. Esta fibra constituye el llamado esfínter pre capilar, que puede abrir y cerrar la entrada del capilar.
Es este esfínter pre capilar, el que se “fortalecería” con la ayuda de los productos hidrolizados con colágeno, el responsable de las tres fases cíclicas en el crecimiento del cabello: la fase Anágena, la fase Catágena y la fase Telógena.
- La fase Anágena es la fase activa del crecimiento. Normalmente, la mayoría del cabello se encuentra en esta fase, que es la más extensa. Los cabellos pueden estar en esta fase de 3 a 6 años.
- La fase Catágena se caracteriza por el detenimiento progresivo de las funciones activas del folículo, y tiene como duración media dos semanas. Esta fase permite que el cabello no crezca exageradamente, sin límite en la longitud.
- La fase Telógena se conoce también como la fase de reposo o de caída y tiene una duración promedio de 3 meses y medio. Durante ese tiempo el cabello cae porque no existe actividad ni el esfínter pre capilar ni en el bulbo. Se busca, con los productos hidrolizados con colágeno (contenedores de Cistina y otro tipo de aminoácidos que ayudan al tipo de fibra colágena número tres que explicaremos), que el esfínter pre capilar permita a los bulbos entrar nuevamente a la fase Aná.
Mucho tiempo se mantuvo la creencia de que existía solamente un tipo de fibra colágena. Estudios más recientes han arrojado por lo menos 5 tipos diferentes de colágeno:
- Tipo número 1. Es el colágeno más grueso fabricado por fibroblastos que predomina en los huesos, cartílagos, y en la dermis.
- Tipo número 2. Es el que aparece en forma de fibras finas en los cartílagos y en otras estructuras como el globo ocular.
- Tipo número 3. Son fibrillas de reticulina (esclreoproteína de las fibras conectivas) que se encuentran fundamentalmente en las vísceras. También tienen presencia en el músculo curvo, conocido también como liso, en las conexiones nerviosas y en los vasos sanguíneos. Además de otros aminoácidos se compone de Cistina (aminoácido), sustancia que no aparece en los otros tipos.
- Tipo número 4. Es muy frecuente en las membranas que cubren al bazo y en otras estructuras que permiten separar los epitelios (capas de células que glándulas y órganos huecos) del tejido conjuntivo.
- Tipo número 5. Se encuentra específicamente en la membrana basal de la placenta.