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Coloraciones y decoloraciones del cabello

El teñido del cabello se llama coloración. Es un proceso que nos ayuda a disimular la edad tapando los cabellos blancos, y que puede transformar totalmente nuestra apariencia, o bien simplemente nos ayuda a realzar el color natural de nuestro cabello.

Hay distintos tipos de coloraciones:

  1. Coloración temporaria. Se comprende en este grupo a aquellas coloraciones cuyo efecto es fugaz al no fijarse el colorante en la superficie ni penetrar el cabello. Baño de color de corta duración, para embellecer el color natural, darle un reflejo o desamarillear los cabellos blancos. Se elimina con el lavado siguiente. Son muy fáciles de aplicar ya sea mediante enjuagues colorados, lápices para canas (colorantes incorporados a una base de jabón) shampoos colorados y fijadores matizados.
  2. Coloración semipermanente. Se hace con colorantes orgánicos sintéticos, pero no de oxidación, es decir, con compuestos que contienen color propio, que son hidorsolubles o solubles en alcohol y que son de moléculas pequeñas. Es un baño de color que acentúa el color natural o lo camuflajea hasta en un 30 por ciento. Es activo durante unas 4 semanas y se elimina progresivamente, de lavado en lavado. Sobre el cabello húmedo, desengrasado, y/o mediante el agregado de tensioactivos, penetra en la porción exterior del tallo, colorándolo. Para aplicar este tipo de coloraciones se precisa agua oxigenada y amoníaco.
  3. Coloración permanente. Es bastante más duradera que la temporaria y emplea tintes de variado origen, composición y maneras de actuar: Tintes vegetales, tintes metálicos, tintes compuestos y tintes orgánicos sintéticos. El vegetal, el metálico y el compuesto requieren aplicaciones sucesivas antes de conseguir el color deseado, son progresivos; los últimos son de efecto inmediato. También es llamado de oxidación, para cubrir las canas, aclarar los morenos, castaños cenizas. Hay que retocar las raíces cada 6 semanas, más o menos y el color es definitivo.

Se ha elaborado una escala de tonos para definir más fácilmente la elección de los colores. Hay 9 tonos clasificados, de más oscuro a más claro.

  • Negro.
  • Caoba.
  • Castaño oscuro.
  • Castaño.
  • Castaño claro.
  • Rubio oscuro.
  • Rubio.
  • Rubio claro.
  • Rubio muy claro.

El intervalo entre dos tonos es un tono intermedio. Para conseguir una coloración natural se aconseja:

  • Elegir el color adecuado.
  • No oscurecer el cabello más de un tono y no aclararlo más de 2 tonos.

Técnica de ejecución.

Para elegir el tono de tinte adecuado habrá que tener en cuenta que los muestrarios se componen de mechones de pelo blanco (por lo tanto sin pigmento) teñidos y que aplicados sobre cabello pigmentado aparecerán más oscuros. De ahí que deba trabajarse con un color algo más claro que el deseado.

La cabellera bien teñida debe cuidarse como la natural, pero para su lavado se elegirán shampoos débilmente alcalinos, no muy alcalinos como el jabón, ni tampoco aceites sulfatados, que pueden decolorar. El retoque del tinte está impuesto por la velocidad de crecimiento del cabello, que se renueva con su color natural. Para remover tintes, si no se tienen la paciencia de esperar el crecimiento del cabello, se debe tener cuidado al elegir los removedores de color, ensayando con algún mechón aislado. Se consigue con este tipo de tintes una amplísima gama de tonos naturales y uniformes, de hermoso aspecto estético. El cabello no se vuelve áspero por la acumulación de capas coloradas y no altera la estructura molecular de la queratina.

Decoloraciones.

Para la obtención de tinciones más claras que el cabello original se necesita decolorar previamente. Si el tono deseado es más oscuro no se necesita decolorar. Se llama decoloración capilar al proceso que tiene por objeto aclarar la tonalidad del cabello mediante procedimientos químicos. Ya sea con un fin estético en sí, o como paso previo para una tinción posterior.

Se utilizan las decoloraciones para transformar completamente un color, incluso hasta conseguir el tono platino. Hay que retocar las raíces cada 2 meses y el color es definitivo, a no ser que se decolore de nuevo.

Para esto se emplean sustancias oxidantes en forma líquida o de pasta. Una de las más comunes es el agua oxigenada. Su acción lenta y progresiva es, a poca concentración muy leve; por eso ciertos preparados comerciales de acción suave y progresiva, que se anuncian como extractos de manzanilla, la contienen. Dicha acción aclaradora necesita acelerarse mediante el amoníaco. El amoníaco debe usarse con discriminación, pues además de la posibilidad de descomponer la mezcla violentamente, puede impartir al cabello tonos rojizos poco estéticos. Otros aceleradores son el calor seco (lámpara luminosa) o el calor húmedo (vapor de agua, toallas calientes).

Otros productos oxidantes desprenden oxígeno naciente y decoloran en forma efectiva, con una acción menos traumatizante que el agua oxigenada. El mecanismo de la decoloración capilar está basado en la oxidación del pigmento melánico granuloso, naturalmente oscuro, que se transforma en un pigmento difuso, mucho más claro. Si se utiliza la función de los oxidantes por más de 50 minutos, tiempo en que la decoloración suele llegar a su máximo, la coloración difusa también se atenúa, quedando el cabello blanco como en una cana aunque levemente amarillento. Por eso, cuando se llega a está decoloración extrema (como en el rubio platinado) habrá que usar enjuagues azules o violetas que disimulen el desagradable reflejo amarillento. Como el cabello crece más de un cm y medio por mes, es obvio que la decoloración deberá retocarse mensualmente. Naturalmente, habrá de dárseles los mismos cuidados de peinado y cepillado corrientes. Regla de precaución indispensable será no practicar las decoloraciones en personas que presenten dermitis o abrasiones en el cuero cabelludo, ni tampoco sobre cabellos teñidos con sales metálicas.

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