Solemos realizar muchas actividades a diario sin preguntarnos si verdaderamente son buenas o malas para la salud de nuestro cabello. Cuantas veces no utilizamos el shampoo que tenemos a la mano, aún cuando sea un producto para un tipo de cabello totalmente distinto al nuestro, o cuantas veces no usamos el acondicionador porque el shampoo se acabó, o de plano no utilizamos nada más que el agua, caliente, templada o fría, para quitarnos la suciedad acumulada.
Es cierto que en épocas de frío puede ser un crimen o un castigo bañarse con agua fría, y en épocas de calor con agua caliente, pero no está de más saber las repercusiones que esto puede traer a nuestro cabello. ¿Cuál es la temperatura ideal para lavarlo? ¿El agua caliente daña mi cabello? ¿Es mejor utilizar agua fría?
Antes de decir qué es lo más apto, hay que recordar que nuestro cuero cabelludo es una zona sensible que responde a los cambios de temperatura. La epidermis del cuero cabelludo tiene un espesor de 0.1 mm y está formada principalmente por células vivas, los queratinocitos, que tienen la particularidad de transformarse progresivamente en el transcurso del proceso de queratinización para formar diferentes capas. La capa córnea (stratum corneum) es la última capa de la epidermis y es la primera protección ante los agentes nocivos externos. En ella radica mucha de la sensibilidad con el medio externo de la que somos participes. La capa córnea responde al agua caliente haciendo que nuestros poros se abran disolviendo el sebo natural que producimos y que mantiene nuestro cabello hidratado; si bien esto es útil a la hora de aplicarnos algún shampoo o algún tratamiento especial para lavarnos a mucha profundidad, si queremos tener un cabello suave y brillante hay que evitarla. Efectivamente, el agua caliente daña el cabello, lo hace seco y opáco, hace que se vuelva quebradizo y provoca orzuela sobre todo en las cabelleras largas. Si nos lavamos el cabello a diario con agua caliente, sin sufrir de seborrea excesiva u otra afección que lo requiera, maltrataremos nuestro cabello y lo volveremos reseco.
El utilizar agua fría durante el baño provoca lo contrario en nuestro cuero cabelludo. Hace que nuestros poros se cierren y permite que el brillo y la suavidad de nuestro cabello se mantengan, sobre todo si la utilizamos conjuntamente con el acondicionador. Es una recomendación común de belleza para la piel el utilizar el agua fría al final de la ducha para que luzca fresca y radiante, lo mismo pasa con el cabello. El agua fría cierra la cutícula y evita que las grasas, ya sea natural o reemplazado por el acondicionador, se pierdan, manteniendo el flujo de sebo equilibrado. El brillo en el cabello, que todos los acondicionadores promueven, se vuelve más notorio si utilizamos agua fría al final del baño.
No es que uno se la vaya a pasar midiendo la temperatura del agua con algún instrumento, para poder medir y controlar el ascenso y el descenso en grados exactos, no, con el simple tacto se puede saber cuando el agua está templada para comenzar con nuestro lavado. Tampoco se trata de que te ahorres todo el dinero en no gastar en el gas con pretexto de que el agua fría siempre es lo mejor, tanto para el cabello como para la piel. Lo más recomendable, en la mayoría de los casos, es evitar el lavado agresivo innecesario con shampoos de fórmulas fuertes y agua caliente; se puede iniciar con agua tibia el lavado y finalizarlo con agua fría. Si aun con esta recomendación, eres de las o de los que disfruta un buen baño con agua caliente, puedes utilizar el tratamiento regenerativo de Reelance después del baño, para curar la resequedad. Si por otro lado sí sigues el consejo anterior, puedes utilizar el tratamiento también como acondicionador al final del baño con agua fría, para hidratar y darle mucha suavidad y brillo a tu cabello. Gracias a sus componentes, hidrosolubles y liposolubles, mezcla de aceites naturales, vitaminas, y efectivos componentes químicos acondiciona e hidrata tu cabello ya sea durante o después del baño. El tratamiento de Reelance restablece efectiva y naturalmente el estado de la cutícula y no permite que el molesto frizz aparezca.