El calor tiene efectos importantes sobre el cabello, ya sea que nos sometamos voluntariamente a ellos o no. Si bien los efectos naturales del sol tienen consecuencias negativas para la salud del cabello, el calor puede utilizarse para cambiar la estructura de los cabellos de forma voluntaria y permanente.
Los daños provocados por la radiación ultravioleta de la luz del sol no son de efecto inmediato pero pueden ser muy intensos gradualmente. Los indicios sobre la cantidad de calor proveniente del sol que resulta dañina para el cabello se formalizan para su estudio a finales del siglo XX; muchos de los expertos se enfocaron principalmente en la relación entre la exposición al sol y el surgimiento de algunos tipos de cánceres. Fue gracias a este enfoque, que después se pudo profundizar sobre los efectos negativos del calor sobre el cuero cabelludo y los folículos. Aunque la luz y el calor solar son necesarios para que el cuerpo produzca vitamina D (vitamina necesaria para renovar la fase anagén en la cutícula), las exposiciones prolongadas a la radiación ultravioleta de la luz del sol pueden causar daños irreparables al ADN del interior de las células en el cuero cabelludo, además de los daños, esos si reparables, como la resequedad, la orzuela y la opacidad en los cabellos.
La salud del cabello, para el desarrollo de sus funciones protectoras y estéticas, es de vital importancia para nuestro bienestar. Obviamente la cuestión del atractivo en la estética del cabello es una cuestión de más subjetividad que la cuestión sanitaria. Tómese el color del cabello, por ejemplo, el cual depende de la cantidad de eumelanina y feomelanina, proteínas responsables de los pigmentos determinantes, así como de los efectos de la luz reflejada en ellos. El calor y el paso del tiempo son también factores importantes que afectan naturalmente en la percepción del color de los cabellos en alguna persona. Pero durante siglos, los seres humanos han tomado medidas para alterar lo que la herencia y los factores naturales determinan. Los intentos, ya sea para oscurecer o aclarar el color del cabello, han formado parte de diversos tratamientos de belleza y han permitido crear productos como tintes y protectores térmicos, para conservar tal o cual color.
Lucir bien una cabellera puede ser una exigencia de la moda, pero el cuidar la salud de nuestro cuero cabelludo, protegiéndolo de la exposición excesiva a la luz y al calor solar, resulta importante para la salud general. Para contrarrestar los efectos del calor del sol en el cabello, se gastan alrededor del mundo millones en productos para su cuidado y su humectación, haciendo válida cada vez más la afirmación de que la vanidad puede llevar a la salud.
No sólo los rayos ultravioleta dañan el cabello, también el uso excesivo de aparatos térmicos como planchas o secadoras pueden tener efectos funestos. El calor de la secadora puede provocar que el cabello se maltrate si la usamos para secarlo al 100% después del baño. Se debe dejar que el cabello se seque naturalmente por lo menos en un 60% para después utilizarla. Demasiado aire caliente dirigido sobre todo a los extremos del cabello puede provocar que los folículos se deshidraten y reflejen frizz sobre todo en las épocas invernales, donde el aire es menos húmedo.
Para los distintos aspectos mencionados, se han hecho estudios para conocer y entender como el calor afecta a los distintos tipos de cabello. Siempre se ha mencionado que hay que tener cuidado con cualquier proceso de calor que tenga efecto sobre nuestro cabello, sin embargo estos estudios han buscado desmitificar esos supuestos al buscar conocer los puntos en los cuales el cabello comienza a sufrir cambios verdaderamente dañinos para su salud. Se ha sometido sujetos a los 40 grados Celsius y a vientos de 35 kilometros por hora para medir la reacción del cabello a las variaciones de la temperatura y a la velocidad del viento, para conocer a qué punto empieza a ser dañino el calor y el viento para el cabello. Los resultados han permitido desarrollar técnicas más específicas, las cuales permiten que la estructura y la textura natural del cabello pueda cambiarse en personas que tienen el pelo crespo o rizo, por ejemplo, sin dañar la salud pero también sin la necesidad de descansos entre los procesos térmicos que hacen del cabello crespo, lacio.
En cada hebra de cabello tenemos enlaces químicos queratinizados que permiten el cambio de estructuras en el mismo. Es la función de la queratina, sensible al calor, la que permite a las estructuras “romperse” para lograr lo llamados efectos permanentes. El estilizado mediante procesos de calor funciona porque se modifica temporalmente la estructura y la textura de las hebras capilares. Más específicamente, el modificar el cabello, voluntariamente por medio del calor, es posible gracias a los puentes de hidrógeno que se forman entre las proteínas de queratina en cada hebra de cabello. Estos enlaces de hidrogeno pueden ser afectados fácilmente por el agua, y por lo tanto, reaccionan también a la humedad del aire. La razón por la que ciertos productos funcionan mejor que otros para mantener ciertos peinados o ciertos tintes es porque recubren las fibras capilares con componentes que disminuyen la penetración del agua en el cabello, pero al mismo tiempo evitan la resequedad o la orzuela que se dan por un sometimiento excesivo a los procesos de calor para el cabello y el peinado.