El resonante problema de la alopecia androgénica se debe a una multiplicidad de factores que en primer término podrían atribuirse a la genética, mas también pueden atribuirse cuestiones hormonales, vitamínicas, etiológicas, sanguíneas, patológicas y ambientales. Realmente no se ha encontrado la llave maestra para explicar el porqué de la calvicie, pero la ciencia ha permitido hacer avances en materia de reversibilidad y tratabilidad. Así como hay una multiplicidad de factores, así también se han desarrollado una multiplicidad de soluciones para este problema. De entre ellas, podemos hablar del minoxidil y del alfatradiol como dos opciones que se han comprobado y que han mostrado diversos grados de efectividad.
Los descubrimientos del minoxidil y el alfatradiol como remedios contra la alopecia se dieron de manera un tanto azarosa. El minoxidil en un principio era prescrito para tratar la hipertensión y el alfatradiol era utilizado en Alemania como inhibidor para otro tipo de afecciones. Fue progresivamente que se notaron sus efectos para combatir la alopecia, y que se desarrollaron como tópicos. Lo que no es un azar es que su funcionamiento y su efectividad se deben a que actúan sobre los factores mencionados anteriormente, sobre todo en términos hormonales y sanguíneos. El minoxidil, que actúa estimulando, y el alfatradiol, que actúa inhibiendo, son sustancias o compuestos activos que, combinados con otros elementos, conforman tratamientos contra la alopecia en los que es necesaria la constancia y la paciencia. Los resultados que con ambas opciones podemos obtener se hacen notorios hasta tiempo después de la primera aplicación, no son soluciones inmediatas, sino mediatas.
Ambas sustancias activas, dependen mucho de los vehículos y formulaciones con que se complementan para cumplir con sus funciones, de la capacidad de nuestro organismo para asimilarlas y de la aplicación constante y adecuada. Aun cuando se tenga la formula y el porcentaje de sustancia adecuado, aun teniendo el organismo más apto y aun aplicándolos con perseverancia y cuidado, no es posible asegurar el éxito de estos tratamientos para revertir la alopecia. Pero no hagamos del pesimismo un sinónimo de la verdad y mejor entremos resueltamente en las especificaciones, en el contenido y en la manera de actuar o funcionar del alfatradiol y del minoxidil.
El alfatradiol tiene funciones supresoras a nivel de las glándulas sebáceas, las que producen y regulan el flujo de grasa en nuestro cabello. Con una equivalencia a las funciones del estradiol y de la finasterida, inhibe la enzima 5 reductasa, una de las involucradas en el proceso de la proliferación de la testosterona y de la dihidrotestosterona, las culpables en parte de que la alopecia se agrave o se recrudezca. El alfatradiol está pensado para prolongar la fase anagénica de los folículos, la fase en donde tiene lugar la formación del pelo, y así reducir la alopecia androgénica, sobre todo en las primeras etapas del padecimiento. Las pruebas que se han realizado con este compuesto para comprobar su efectividad han sido por medio de probeta, es decir, in vitro. Las pruebas que se han realizado n vitro, muestran como al inhibir estas hormonas, la actividad en las matrices del cabello aumenta. Pero el problema es que al trasladar esto fuera de la probeta, el porcentaje de efectividad disminuye mucho. A ciencia cierta, no se puede hablar del mismo grado de efectividad y funcionalidad in vitro que en los organismos.
El minoxidil se ha establecido como un tratamiento eficaz contra la calvicie gracias a los múltiples estudios, casos y testimonios en los que se ha experimentado una disminución del ritmo de caída capilar y una repoblación de cabellos en zonas que se daban por perdidas. El mecanismo del minoxidil para combatir la alopecia aún no es especificado, carece de explicación detallada, pero los efectos que produce y las funciones que refleja pueden ser entendidos como reacciones mensurables, perceptibles y reconocibles. En ese sentido, los efectos y las funciones del minoxidil se comprueban gracias al aumento de los niveles de óxido nítrico en el flujo sanguíneo del cuero cabelludo, a la estimulación de los canales de potasio de las células o a la vasodilatación de las metarteriolas en los esfínteres pre capilares. Sus funciones de estimulación, de vaso dilatación y de penetración en el cuero cabelludo tienen eficacia en el sentido de que se le considera un activo en la formulación de los distintos productos que lo contienen. Pero la función que más resalta, a la hora de hablar del minoxidil, es la de irrigación de los vasos sanguíneos en específico, es decir, la capacidad de ejercer su acción estimulante y vasodilatadora solamente en el lugar en el que nos lo aplicamos. Esta función confirmada ha permitido que se desarrollen nuevas fórmulas y productos para hacer crecer no solamente el cabello, sino también las cejas, el bigote o la barba. En cambio, la función que más ha provocado modificaciones en las fórmulas es la de la penetrabilidad. La acción sistemática del minoxidil más allá de la superficie de la piel puede generar efectos secundarios, sobre todo si se utiliza en cantidades excesivas. Lo adecuado es comenzar usándolo al 2% para ir aumentando gradualmente hasta el 5%. Esto no es motivo suficiente para alarmarse o para dejar de probarlo, ya que todo activo que produce algún efecto en general, produce también alguno secundario particular: es imposible desarrollar algún activo de riesgo nulo. Una fórmula aprobada como la de Reelance y el uso adecuado del producto son suficientes para lograr resultados deseaos y para no desarrollar algún efecto no deseado.