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La elastina y la piel.

El paso del tiempo no deja intacto nada. Podemos notar sus efectos en cualquier objeto, en cualquier planta o animal y sobre todo en cualquier persona. Nuestro cuerpo cambia en medida que se van modificando las funciones de nuestro organismo, y a eso le llamamos inicialmente crecimiento. Cuando esas modificaciones pierden vitalidad o comienzan a mostrar otro tipo de signos, con tendencia decreciente a partir de los 25 años, hablamos ya de envejecimiento.

El tiempo deja sus marcas sobre todo en nuestro rostro, pero no sólo su paso hace que nos veamos más viejos de lo que en realidad nos sentimos. Los rayos ultravioleta, las bacterias, las cuestiones psicológicas adversas y las enfermedades pueden hacer que nuestra piel se vea vieja prematuramente. No está de más recordar que la piel es el órgano más extenso del cuerpo humano, es la que nos mantiene protegidos de las fuerzas externas nocivas y la que nos permite el contacto con el mundo o la naturaleza mediante las conexiones nerviosas. Por lo tanto es muy importante que la cuidemos y le ayudemos a mantener sus funciones vitales; no sólo para tener una apariencia joven y bella, sino que también saludable.

La piel es una barrera, permeable e impermeable, compuesta de tres capas que forman un grosor de no más de un milímetro. La capa más exterior es la epidermis, el estrato corneo que está compuesto por queratina y lípidos que impiden la pérdida de agua a través de la piel y que no contiene flujo sanguíneo. Luego viene la dermis, que es donde se encuentran las terminaciones nerviosas, fuentes prístinas de la estimulación sensorial, el colágeno y la elastina. Por último tenemos la capa interior de grasa, que funciona como fuente de energía y como aislante gracias al tejido que contiene. Los daños más inmediatos que puede sufrir la piel – bacterias agresivas, quemaduras de segundo o tercer grado, accidentes- tienen que ver con la estructura y las características del organismo que se heredaron, y también con la prudencia que se tenga o no se tenga en la vida cotidiana. En cambio los daños mediatos que podemos padecer, considerados más estéticamente -arrugas, “piel de muerto”, resequedad, envejecimiento, quemaduras por la radiación ultravioleta- sí tienen que ver con la deficiencia tanto en la producción de colágeno y de elastina en nuestro organismo como en los cuidados que tenemos hacia nuestra persona. La salud de la piel y su capacidad para fungir como protección contra el constante asalto de los agentes externos es de capital importancia para la vida, pero el mantener y mejorar su apariencia también es muy importante para muchas personas.

La elastina es una proteína que proporciona elasticidad a la piel y que ayuda en la constitución de los tejidos conjuntivos óseos y cartilaginosos. Es una fibra que evita que el colágeno se distienda en la dermis. A diferencia del colágeno, que brinda firmeza y resistencia a los tejidos, la elastina proporciona flexibilidad y elongación a los tejidos conectivos. La conforman aminoácidos codificados como la valina, la glicina y la alanina que se presentan en forma de red, de textura gomosa. Las fibras de elastina componen aproximadamente el 3% de la dermis y permiten que el colágeno, que conforma más del 90%, se mantenga en su lugar para así dar a la piel una apariencia firme y saludable. A medida que envejecemos, la piel va perdiendo su capacidad para retener la humedad y para producir colágeno y elastina; la dermis pierde su flexibilidad y el colágeno se distiende, provocando que las líneas de expresión y las arrugas causadas por las expresiones faciales se profundicen.

Al igual que con el colágeno, la elastina deja de producirse con el tiempo, pero su decrecimiento implica factores hormonales, alimenticios y de hábitos poco saludables. El aumento progresivo o la disminución drástica en el peso corporal afectan a la elastina, y por consiguiente al colágeno, al disminuir el soporte estructural de los tejidos, provocando flacidez y mal aspecto. Para contrarrestar estos efectos se necesita restaurar, o mejorar, los niveles de elastina mediante aportes adicionales, o con la utilización de productos y técnicas que estimulen su producción.

Muchas personas, la mayor parte mujeres, gastan mucho dinero al año en tratamientos como las inyecciones de toxina botulina (botox), el cual paraliza de manera temporal los músculos faciales e impide los movimientos habituales del rostro como fruncir el ceño, esto para prevenir la formación de las arrugas de manera profunda. No es necesario recurrir al botox para recuperar la salud y la belleza en la piel. No se trata de hacer de nuestro rostro la medida inexpresiva de la vanidad, de renunciar a que sea la prueba de la historia de nuestras vidas. Se puede tener una piel más saludable, evitando que envejezca, cambiando el régimen alimentario, ingiriendo las vitaminas necesarias y adecuadas, aumentando el ejercicio, bebiendo mucha agua y utilizando cremas especializadas a base de elastina y colágeno como las que Reelance está desarrollando. Estudios y pruebas han comprobado que las cremas a base de elastina y colágeno dan mayor efectividad que las cremas que sólo incorporan antioxidantes y humectantes. El kit de cremas antiarrugas de Reelance, que constará de crema de día y de noche, está formulado a base de elastina, colágeno y ácido hialurónico, componentes que ayudan a rejuvenecer el aspecto de la piel sin procedimientos complicados, brindando protección y belleza no sólo al rostro sino a todo el cuerpo.

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