¿Cómo elegir el shampoo adecuado?

La gran mayoría de nosotros utilizamos el shampoo principalmente para limpiar nuestro cabello. Con el shampoo que elegimos, higienizamos los capilares quitándoles el sebo, los componentes del sudor, las escamas corneas desprendidas y la suciedad ambiental. Pero en esta sociedad que tiende a la exigencia, no basta que el shampoo limpie eficazmente, se busca que el producto tenga otras funciones que sean más atractivas para el consumidor.

Si nos enfocáramos nada más en la limpieza y utilizáramos algún shampoo que quite solamente el sebo y los contaminantes, correríamos el riesgo de que nuestro cabello se hiciera seco, opaco, propenso al frizz y difícil de peinar. De ahí que las personas quieran un shampoo que no solo limpie, sino que también embellezca. Y para ello se nos presentan una gran cantidad de opciones.

Existen muchas formas para la elaboración de un shampoo; se puede formular como aerosol, como crema con filtro solar, como polvo o como líquido, siendo esta última la más común. Las principales diferencias entre la enorme variedad de shampoos líquidos, que encontramos en el mercado, residen en las distintas fragancias y en los distintos aditivos que se agregan a la función detergente del cabello. Los aditivos tales como los aceites de origen natural (de jojoba, de germen de trigo, de semilla de uva, de aguacate), que suelen contener vitamina E y vitamina B, se agregan principalmente por razones de atractivo mercantil, suponiendo que hacen al cabello más sedoso y brillante. Otros fabricantes agregan proteínas tales como el ácido ribonucleico, el colágeno y la placenta animal o vegetal, que actúan como acondicionadores proteínicos, pero que también funcionan como atracción comercial. Aquí se vuelve prudente aclarar que la mayor parte de los aditivos en ese tipo de productos se encuentran en cantidades ínfimas, y se pierden con el agua de enjuague, por lo que debemos tener en cuenta que esos componentes adicionados funcionan tan sólo parcialmente. Algunos anunciantes también afirman que su fórmula tiene un “ph equilibrado”. Hay que aclarar también que la mayor parte de los shampoos son alcalinos, lo que significa que actúan dilatando el tallo capilar, volviéndolo más susceptible al daño, más esto no constituye un problema en personas con cabello sano. Las personas con cabello dañado por tratamientos de color o decoloraciones, pueden evitar que se dilate su cabello escogiendo un shampoo al que se le ha agregado algún ácido para equilibrar el ph.

Otra cosa que resulta conveniente conocer es que los agentes que forman espuma en el shampoo simplemente introducen burbujas de aire en el agua, no hacen que el producto limpie mejor que los que producen poca espuma. Muchos piensas que entre más espuma mejor limpieza, y eso no es necesariamente cierto.

Teniendo en cuenta lo anterior podremos elegir de mejor manera el shampoo que es más adecuado para mi tipo de cabello. Para ello he de conocer también la cantidad de sebo producido por mi cuero cabelludo, el diámetro del tallo de mi cabello, y el estado del mismo. Esto puede ser un poco complejo, pero el saberlo es de gran beneficio a la hora de elegir ya que facilita el poder fijarse en las etiquetas de los productos, que suelen decir a qué tipo de cabellos van destinados; ya sea para cabello normal, cabello graso, cabello seco o cabello maltratado.

Los shampoos para cabello normal utilizan detergentes a base de lauril sulfato, lo que les da la característica de limpieza con un mínimo de acondicionamiento. Estos productos funcionan bien para personas que producen poco sebo y tienen cabello grueso, sin embargo no son adecuados para personas con cabello fino y difícilmente manejable. Una buena alternativa para los que tienen para el cabello normal son los shampoos para niños, que no irritan los ojos y están formulados para ser agentes limpiadores suaves. Estos pueden ser adecuados para cabello maduro o para personas que desean lavarse el cabello a diario.

Los shampoos para cabello graso tienen excelentes propiedades de limpieza y pocas como acondicionadores. Se elaboran especialmente para adolescentes o personas que tienen el cabello graso o muy sucio. El problema con ellos es que, si se usan a diario, pueden resecar el tallo y si los usamos conjuntamente con algún acondicionador, maltrataran más de lo que sanaran.

Los shampoos para cabello seco ofrecen limpieza ligera y buen acondicionamiento. Estos productos resultan excelentes para personas maduras y para quienes desean lavarse el cabello diariamente. Reducen el frizz y vuelven más manejable el cabello fino; sin embargo, algunos productos acondicionan demasiado y limpian poco, lo que puede dar como resultado un cabello muy lacio y sucio.

Los shampoos para cabello maltratado se elaboran para personas que se han tratado químicamente con tintes permanentes, agentes decolorantes, soluciones para ondulado o alaciantes. Son muy similares a los shampoos sugeridos para el cabello seco, pero suelen diferenciarse por su fórmula equilibrada que impide que la cutícula se fragmente mucho con el lavado. Generalmente contienen detergentes aún más delicados y con efectos de acondicionamiento mayores.

Las personas con cabello largo están más expuestas a estropearse su cabello que los que tienen el cabello corto. El cabello largo sufre un proceso natural conocido como desgaste, en el cual se pierden las escamas de la cutícula y su número se va reduciendo en todo el tallo del cabello. La proteína animal hidrolizada es el mejor aditivo en los shampoos para el cabello maltratado, porque el tallo del cabello le puede absorber y porque puede tapar temporalmente algunos defectos de la superficie, lo que da como resultado un cabello más suave al tacto y brillante.

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